viernes, 30 de marzo de 2018

Pozo del castillo de Albalat

Sustitución del bastidor de forja moderno por otro arco original, más acorde al estilo y la época del inmueble. Se ha procedido a taladrar la piedra de la boca del pozo para encajar en ella el nuevo arco. El antepecho del pozo tampoco es original, se confeccionó en la restauración del castillo en los años 80 con piedra de Godella, por ello ha sido necesario realizar el corte con una corona para extracción de testigos. El hierro que presentaba óxido superficial se ha cepillado y se ha imprimado con convertidor de óxido y barniz mate para dejar el aspecto oscuro de la forja, intentando dejar la textura más natural del metal en lugar del esmalte que presentaba el remate anterior, igualmente se ha procedido con los herrajes de la polea y cadena. El pozal también es original, de cobre.
 Estado previo.





Modelización propuesta y estudio de viabilidad en base al arco localizado por D. Mateu Rodrigo i Lizondo. 

 Colocación de un palet para soportar y afianzar el taladro.




  Decapado de la pintura de la polea y de la cadena e imprimación con convertidor de óxido Procofer.
En restauración hay muchos criterios en cuanto al acabado final, desde el más purista en que sólo se limpia lo justo, pasando por la reintegración de piezas faltantes, y llegando poco a poco al extremo de dejarlo como si se acabara de hacer. Por poner un par de ejemplos, no es lo mismo un jarrón griego como el que podemos ver en un museo (reparado pegando las piezas para configurar el volumen y con los trozos faltantes en otro color) que un coche clásico donde se ha dejado todo impecable como recién salido de fábrica donde no es posible distinguir entre nuevo y original.
Esto es sólo un caso puntual de un criterio para un elemento de uso cotidiano. En origen hace trescientos o cuatrocientos años este arco seguramente estaría con el acero descarnado y parcialmente oxidado, no habían pinturas o esmaltes como ahora, ni falta que hacía, porque en elementos que se manipulan a diario el roce y el uso pulen el metal, por ello no tiene sentido dar una mano de pintura negro brillante como tenía el anterior. El acero de forja pese a estar oxidado presenta un buen estado de conservación, tiene mucha sección y el propio óxido protege de una mayor corrosión.
Se barajó dar una imprimación negro forja mate, pero la capa de pintura le habría quitado el repiqueteado y las mellas  que el óxido ha dejado en el acero, el aspecto original era de rojo óxido, y la idea inicial hubiera sido dejarlo tal cual, pero estando en un sitio público al alcance de la mano y para evitar que alguien se arrimara y saliera con la ropa manchada se ha optado por fijar el óxido y dar una imprimación de barniz mate para que no manche y dé un acabado natural del acero. Ahora ha quedado muy negro, como pavonado, por el efecto del convertidor de óxido, pero con el tiempo y el polvo se quedará en un tono más natural.





Aspecto final.

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